Traducido por: Bujor Andreea
Revisado por: Irina T., Crina Cristea
El día de 26 de abril de 1992 marca un evento de gran importancia en la historia de Rumanía, porque los corazones de miles de rumanos vibran al unísono, siendo dirigidos por la esperanza y la alegría de volver a ver al rey Miguel I, el hombre que ganó la confianza y el amor sincero del pueblo.
Después de un periodo largo de traiciones, opresiones y pesimismo traído por el comunismo, aparece la posibilidad de una salvación encontrada en el rey, un héroe de los rumanos, que sufrió en exilio junto a ellos y se sintió plenamente nostálgico. Por qué es tan impresionante el regreso del rey a Rumanía, descubriréis en las siguientes líneas.
Corta biografía del rey Miguel I
Miguel I nació el 25 de octubre de 1921 en Sinaia. Fue el hijo del rey Carlos II, heredando desde el nacimiento el título de Príncipe de Rumanía. La decisión controvertida de Carlos II de dejar a su país para vivir con su amante, Elena Lupescu, en Francia, atrajo su exclusión de la familia real. Esta situación y la muerte de Ferdinand I en 1927 hicieron que el príncipe Miguel subiera al trono.
Sin embargo, Miguel tenía sólo 6 años cuando fue encargado con esta responsabilidad, demasiado difícil para un niño frágil. En consecuencia, se formó una regencia para sostener al nuevo rey en el proceso de gobernación y que tenía como miembros a su tío, al príncipe Nicolae, al patriarca Miron Cristea y al presidente del Tribunal Supremo de Casación, Gheorghe Buzdugan.
Cuando Carlos II regresó en 1930, Miguel I fue destronado, volviendo a ser príncipe y recibiendo en cambio el título de voivoda de Alba Iulia. Siguió la dolorosa separación de su madre, la reina Elena, porque esta fue exiliada. Así, toda la educación refinada y el programa bien organizado realizado por Elena fueron abolidos por los principios y las nuevas reglas instaurados por Carlos.
El rey Miguel I confiesa más tarde, en unas entrevistas, que sintió un “inmenso vacío” después de perder a su madre, una persona en que confiaba plenamente, sus discusiones abrigando la pura sinceridad. Carlos fundó una escuela especial en la corte del Palacio Real, juntando jóvenes que tenían la misma edad de su hijo, pero que pertenecían a diversas clases sociales y etnias. Aquí, Miguel iba a estudiar asignaturas semejantes a las de los liceos normales, pero enseñadas por la élite didáctica.
¡Hoy se cumplen 136 años desde la introducción de la realeza en Rumania!
Vino como una Esperanza en tiempos difíciles, a un…Posted by Claudiu Pavelin Galatescu on Friday, March 26, 2021
En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial y un año después el país registró pérdidas territoriales significativas. El nuevo primer ministro, el general Ion Antonescu, obliga a Carlos que abdique y así, el trono le toca a Miguel I. Este hace su juramento de lealtad el 6 de septiembre de 1940, siendo ungido como rey por el patriarca Nicodim Munteanu y coronado con la Corona de Acero. Sin embargo, el rey tenía sólo unas atribuciones en el gobierno del estado, como la designación del primer ministro y de la dirección militar, el papel más importante en el gobierno siendo desempeñado por Ion Antonescu. Durante todo el régimen de Antonescu, el poder del Reino fue limitado.
El contexto del exilio del rey Miguel I
Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de los esfuerzos sostenidos, Rumanía se encontraba en la alianza de los perdedores. Además, la situación era tensa a causa de las presiones de la URSS y de los intereses de las grandes fuerzas políticas. Estando bajo la influencia de la URSS, Rumanía no pudo escapar del monstruo goloso representado por el comunismo, que tragó el país de un golpe, sin dejar espacio para posibles protestas y eliminando cualquier huella de gobierno liberal.
En la primera fase, la URSS envió delegados para la negociación de la situación de Rumanía, pero no se podía hablar de un debate, sino que se trataba de la imposición de unas medidas totalitarias y del régimen comunista. Así que, después de discusiones violentas con el rey de Rumanía, unas estrategias picarescas y el recurso a amenazas como la ocupación de Rumanía por Rusia, A.Y. Vyshinski, el adjunto del ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, logró a obtener la caída del gobierno de Nicolae Rădescu y la toma del poder de Petru Groza. Poco a poco, el rey Miguel I parece que se está volviendo cada vez más solo,sin ningún apoyo.
Atormentado por las decisiones tomadas a fuerzas, el rey busca continuamente métodos para descartar al nuevo primer ministro. Encuentra una oportunidad en el momento en que los Aliados no reconocen el gobierno Groza, así que el rey solicita su dimisión. Tiene lugar una situación sin precedente, porque el primer ministro rechaza, lo que fuerza a Miguel I que haga una huelga real (lo que significaba el rechazo de firmar actas adelantadas por el Gobierno).
Esta situación no duró mucho tiempo, ya que los Aliados del oeste querían que no hubiera tensión y reconocieron el gobierno Groza después de que el primer ministro aceptó dos ministros nuevos, uno liberal y uno campesino, para solucionar el problema. Otro evento significativo fue representado por las elecciones fraudulentas de noviembre de 1946. Entonces, fueron falsificados los votos a favor de los comunistas y así feneció la esencia de la democracia, palideciendo frente a las abominaciones comunistas.
La abdicación y el exilio del rey Miguel I
Todas las huellas demostraban el inevitable exilio de la familia real. Rumanía quedaba el único país del este de Europa que aún tenía un régimen monárquico, aunque era ocupado por las fuerzas soviéticas. Todo el plano que llevaba a la abdicación del rey fue coordinado por Gheorghe Gheorghiu-Dej y Petru Groza, así que el rey es llamado a una entrevista en el Palacio de Elisabeta en Bucarest.
En la calle Kiseleff, que iba al palacio, el rey observó tropas armadas que no permitieron que todo el convoy pasara, sino sólo el coche que transportaba al rey y a la reina madre. Al Palacio, es acogido por los dos líderes políticos, y todo parece más a una emboscada que a una reunión política. Petru Groza y Gh. Gheorghiu-Dej dan un ultimátum al rey y le dicen que, si no respeta su decisión, un mil de estudiantes que están presos en las prisiones de Bucarest iban a ser matados.
Además, unas fuentes sostienen que el rey mismo fue amenazado con un revólver. Miguel I es forzado a firmar el acta de abdicación redactado de antemano por los dos políticos. El 3 de enero de 1948, el rey Miguel I y la reina madre parten para Suiza.
El regreso del rey Miguel I a Rumanía
En el contexto de la caída del comunismo en 1989, se entrevía la esperanza del regreso del rey. Enterándose de la situación tensa del país, el rey fomenta a los rumanos desde la distancia, su ímpetu quedando en las hojas de la historia:
No los provoquéis, sed pacíficos, pero dignos. ¡Vaya con Dios!
Desterrado de su propio país, el rey Miguel I parecía un rey triste, un rey sin país, pero jamás abandonó Rumanía. En incontables veces fue solidario con los rumanos, intentando en diversas maneras ayudarlos o siquiera sostenerlos. Así, después de la Revolución de 1989, intentó un par de veces regresar a casa y estar al lado de los rumanos en ocasiones especiales para ellos. Un ejemplo es la visita de Pascuas de 1990, cuando el rey había recibido la aprobación del Gobierno para cruzar la frontera. Pero la situación no era tan simple. Su visita debía desarrollarse bajo unas reglas estrictas, establecidas anteriormente por el presidente Ion Iliescu y el ministro de asuntos externos, Sergiu Celac.
A pesar de la inicial garantía de que los documentos de la familia real estaban en orden, cuando llegaron al aeropuerto de Zúrich, fueron avisados que sus diligencias fueron retiradas por el estado rumano. Humillado y penoso, el rey debe regresar a Geneva. En el mismo año, alrededor de las fiestas de invierno, el rey decide hacer un nuevo viaje a su país. Esta vez, también sin éxito, porque, al llegar al aeropuerto de Otopeni, sus documentos fueron retenidos para el control y, después de esperar que las devolvieran, a la portavoz de la Casa Real, Simina Mezincescu, a esta se le comunica que el rey cruzó la frontera ilegalmente.
En 1992 se cumple el anterior deseo del rey de pasar las Pascuas al lado de los rumanos. En abril es invitado al monasterio de Putna para participar en el oficio con la ocasión de celebrar las fiestas pascuales. Se observa en las caras de los rumanos la inmanente alegría en el momento del regreso del rey. Sentimientos de patriotismo y respeto se entrelazan, haciendo que la atmósfera sea especial, única en la historia del país y de las pequeñas historias individuales conmemoradas en los recuerdos de los ciudadanos. Todos lo nombraban con entusiasmo y gozaban de las fiestas junto con su muy querido líder.
Llegando a Bucarest, se sorprende al ver la ciudad: una multitud de personas dispersas por todas partes habían venido para ver a su rey. Llevaban retratos del rey, flores, la insignia del país, teniendo lágrimas en los ojos y sonrisas anchas en sus caras. Acercándose del coche que lo llevaba hacia la iglesia San Gheorghe para el segundo oficio de la Resurrección, la gente casi alza el coche, llorando de felicidad. Más tarde en la noche, el rey salió al balcón del Hotel Continental para dar un discurso al público. Sus palabras, quedadas en la memoría de la gente presente fueron:
Aunque he estado lejos de ustedes por más de 45 años, nunca los he olvidado y los amo con todo mi corazón.
El próximo día, el 27 de abril, debería irse, y la noticia afligió a los rumanos.
Se sabía antes del exilio que el rey era amado y esto representaba una amenaza considerable para los políticos de la época, especialmente para los comunistas que cambiaron el país de una mala manera. Los políticos sintieron el mismo miedo después de la Revolución, porque hacían todo lo que podían para aplazar el regreso definitivo de Miguel I al país. En los siguientes años, le rechazaron la visita y la participación a un simposio especialmente organizado para la celebración de 50 años desde sus decisiones que cambiaron la suerte de la guerra, justificando la decisión por el hecho de que el rey no tenía ciudadanía rumana.
Miguel I no recibió la ciudadanía rumana hasta 1997
El último rey de Rumanía fue amado por los rumanos, pero ha sido mantenido lejos de ellos, sin poder gozar del país que tanto valoraba y sin poder desempeñar plenamente su papel de rey. El Rey Miguel I nos ha dejado, dejando como herencia a los actuales políticos cuidar del país y el ímpetu de gobernar de manera digna, correcta y a favor del pueblo.
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Fuentes:
- Revista Historia, nr. 191, Decembrie 2017
- https://ro.wikipedia.org/wiki/Miguel I_al_Romaniei